La iglesia en tiempos del COVID-19

 



Muchas veces hemos escuchado “Los tiempos de Dios son perfectos” pero debido a las circunstancias que se presentan de forma repentina, creemos que Él, poco o nada tiene que ver con lo que nos sucede.


Esta pandemia es un claro ejemplo de que las circunstancias cambian de la noche a la mañana. Primero negamos que nos vaya a afectar hasta que, irremediablemente, la realidad nos alcanza. 


Sufrimos muchos cambios en poco tiempo, algunos muy dolorosos y otros que con el paso del tiempo se van recrudeciendo. Esta cuarentena nos ha ayudado a valorar lo importante y ahora prestamos más atención a aquello que considerábamos por dado. Todo esto ha cambiado por el prolongado periodo de aislamiento.

Ahora valoramos la vida en comunidad, la familia, el templo, los abrazos, los saludos y la comunicación personal. Viviendo en un mundo virtualmente conectado experimentamos la soledad y buscamos el contacto y las charlas de antaño.


Tal parece que dentro de todos estos cambios, hay quienes buscan aprovechar la situación para atacar a la iglesia, debilitarla o perseguirla. Un lugar de reunión, amor y fraternidad resultó ser un peligro social; una actividad no esencial. Creyeron que el estar distanciados nos afectaría de una forma negativa. Quienes lo han pensado no conocen la historia de la iglesia y de la humanidad misma.


La iglesia ha pasado por diversas pruebas a lo largo de sus 2,000 años de historia y en esta ocasión, saldrá adelante más fuerte que nunca.


En México ya empezaron a abrir los templos en algunas ciudades. A pesar de las incongruencias en las que tienen prioridad los tianguis y bazares que lucen abarrotados y sin medidas sanitarias, mientras nuestros templos son supervisados en su capacidad y correcto cumplimiento de los protocolos sanitarios.

¿Pero que me hace creer que la iglesia saldrá fortalecida después de 4 meses de cuarentena? 


Básicamente 2 cosas: Recordemos que Jesús dijo en Mateo 16,18 "las puertas del infierno no prevaleceran sobre ella" y eso representa una garantía y esperanza de que estos tiempos pasarán y la iglesia permanecerá.


La segunda somos sus miembros. Hombres de buena fe que buscamos, como dice San Pablo "vencer al mal, haciendo el bien". Todos nosotros, como células vivas y sanas en el cuerpo místico de Cristo, insistimos "a tiempo y destiempo" en este mundo, viviendo como hijos de la luz y buscando con nuestro testimonio, evangelizar y dar a conocer el reino de Dios para salvación de todos los hombres.


Hemos recibido una prueba al tamaño de nuestras fuerzas. Estos tiempos de pandemia son, sin duda, tiempos de esperanza, trabajo y fortalecimiento de nuestra fe.



Bendiciones

CatoliCosas Mx


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